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Por: Lic. Hugo Hirsch
Lic. Iliana Berezovsky

Eternas discusiones han enfrentado a los partidarios de la terapia breve con los que abogan por las terapias de larga duración.

En nuestra opinión, esa polémica confunde lo esencial con lo subordinado. Proponemos una discusión que gire en torno a otro eje, esencial para nosotros, que es el de las terapias orientadas a lograr objetivos concretos de cambio vs, terapias que no se proponen objetivos específicos a alcanzar.

Pensamos que el tiempo es una dimensión importante pero subordinada al eje previamente mencionado.

El tiempo y el proceso terapéutico. Estableciendo metas

El terapeuta debe tener presente el tiempo como una variable del proceso terapéutico. Luego podrá incluirlo, implícita o explícitamente, como parte de su método de abordaje.

Puede decidir, por ejemplo, no fijar ningún plazo y no tener o demostrar interés alguno por la duración del proceso. Esto generalmente determina un tratamiento más bien largo porque suele estar asociado a una concepción terapéutica basada en la idea de que en una terapia no debe esperarse ningún cambio en p articular, sino una reestructuración general de la personalidad. Entonces, al no fijarse metas definidas, tampoco se podrá evaluar si han sido alcanzadas o no. Así, la terapia podrá continuar indefinidamente. Un ejemplo sería definir la terapia en términos de autoconocimiento, sin dejar establecido cómo evaluar empíricamente si éste ha sido alcanzado y cuándo es suficiente. Si esto no queda claro, el proceso puede ser interminable, puesto que resulta difícil evaluar cuando se ha conseguido completar (total o parcialmente) esta expectativa.

Si, en cambio, se llega a definir más o menos precisamente la meta que la terapia debe alcanzar, la terminación de la misma surge como con secuencia del proceso. Esto es; la terapia termina cuando el problema traído por el consultante ha sido resuelto, o bien cuando el consultante cambia la perspectiva de su situación de manera tal, que deja de

ver su situación como problemática. Una vez definida la meta, el factor tiempo se transforma en una variable en la planificación de la estrategia terapéutica a seguir. Por ejemplo, es obvio que la planificación de la estrategia para abordar una fobia escolar debe contemplar una resolución a corto plazo.

La estrategia y el tiempo

Generalmente es conveniente establecer un plazo de tiempo, por la sencilla razón de que cuando no se lo estipula, el terapeuta tiende a olvidar progresivamente su plan de acción. Cuanto más largo el proceso, tanto más probable es que se deje de lado el objetivo y el plan para alcanzarlo. En un período prolongado probablemente surgirán situaciones que desvíen el tratamiento en distintas direcciones, dificultando el atenerse a lo que el consultante definió como preocupación más acuciante, y así se obstaculiza la posible resolución o mejoría.

Una comparación necesaria

Más que discutir sobre inconvenientes o méritos de un proceso terapéutico largo o corto, sería preferible hacerlo sobre las ventajas o desventajas que tienen las terapias con metas concretas y estrategias planificadas para alcanzarlas vs. las terapias sin objetivos claros a obtener. Creemos que en el campo de la salud mental (donde el paciente sufre y desea modificar su situación) cuestiones tales como resultados y métodos son ineludibles. Por lo que han demostrado hasta ahora las investigaciones, en la gran mayoría de los casos se pueden alcanzar objetivos precisos en tiempos relativamente breves, con procedimientos específicos. Y esto es, en definitiva, lo que el paciente viene a buscar.

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