Las infidelidades pueden crear una crisis explosiva que destruye la confianza necesaria para mantener una relación. En estos momentos turbulentos, el trabajo del terapeuta es ayudar a las parejas a encontrar un camino hacia una nueva comprensión de sí mismos y de su matrimonio. Para ello, un protocolo terapéutico puede proporcionar la estructura necesaria, manteniendo el enfoque en los problemas importantes sin que las emociones o los juicios morales desvíen la atención.
El proceso terapéutico
El enfoque inicial en la terapia es garantizar que la infidelidad haya terminado. Si la relación extramarital continúa, la terapia de pareja no tiene sentido hasta que la persona infiel se comprometa a cortar todos los lazos. El terapeuta debe observar la tristeza, el enojo o cualquier otra emoción que surja como consecuencia de la pérdida de la aventura, ya que estos sentimientos pueden manifestarse de manera indirecta en forma de depresión, resentimiento o distanciamiento emocional.
Asumiendo responsabilidades
Es crucial que ambas partes reconozcan su rol en la dinámica que permitió la infidelidad. Aunque la persona infiel es la única responsable de la aventura, los problemas en el matrimonio son una responsabilidad compartida. Es importante que ambos miembros de la pareja vean su contribución a los problemas que llevaron a la crisis, sin caer en la trampa de culparse mutuamente.
En la terapia, se trabaja con los patrones de comportamiento de cada miembro de la pareja. Es común que uno de los miembros reaccione con miedo, enojo o se retire emocionalmente, mientras que el otro puede responder con críticas o distanciamiento. Estos patrones a menudo tienen raíces profundas en las familias de origen de los involucrados y necesitan ser identificados y modificados para evitar que sigan reproduciéndose en el presente.
El proceso de cambio
El siguiente paso es diseñar ejercicios prácticos para modificar estos patrones disfuncionales. Por ejemplo, puede ser útil que ambos miembros de la pareja se comprometan a asumir responsabilidades en la vida cotidiana, sin utilizar el sexo como una forma de solucionar conflictos. Además, ambos deben trabajar en su vida sexual, aprendiendo a comunicarse y respetar los límites y necesidades del otro.
Estos pequeños cambios son esenciales para reducir la tensión en la relación y para restaurar la confianza mutua. Sin embargo, el proceso requiere tiempo, paciencia y un compromiso constante por parte de ambos.