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Ser estudiante de posgrado en psicología clínica puede sentirse como caminar por un laberinto, especialmente cuando te exigen elegir un enfoque teórico al inicio de tu carrera. ¿Qué pasa si aún no sabés cuál encaja con vos? Este dilema, aunque común, tiene múltiples formas de abordarse. Exploraremos diferentes perspectivas que pueden ayudarte a forjar un camino propio, basado en las experiencias de terapeutas que enfrentaron retos similares.

  1. ¿Un único enfoque o un camino integrador?

Muchos estudiantes se enfrentan al desafío de elegir entre las diversas teorías terapéuticas. Para algunos, esto puede sentirse restrictivo. Sin embargo, gran parte de los terapeutas experimentados adoptan un enfoque integrador en su práctica, combinando las fortalezas de diferentes teorías.

Si te suena bien este camino, no elijas teorías al azar. Es recomendable investigar enfoques integradores existentes, como la terapia sistémica integradora o modelos que combinen diferentes perspectivas. Estas opciones te permiten adaptarte mejor a las necesidades únicas de cada paciente sin sentirte limitado por un marco rígido.

  1. El aprendizaje nunca termina

Más allá del enfoque inicial que elijas, lo esencial es mantener la mente abierta y seguir explorando. Los terapeutas con experiencia suelen añadir técnicas a su repertorio a lo largo del tiempo. Por ejemplo, aprender hipnosis o habilidades de comunicación puede enriquecer tu práctica, ayudándote a adaptarte mejor a situaciones complejas.

Podés pensar a en tu formación actual como la base de un edificio: sólida, pero flexible para soportar futuras ampliaciones. Incluso si ahora te piden concentrarte en un solo enfoque, más adelante podrás sumar nuevas herramientas que se adapten a tu estilo único de trabajo.

  1. Un enfoque moderno y relevante

Algunos profesionales recomiendan especializarse al inicio en enfoques modernos que aborden problemas actuales, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) o la Terapia Dialéctica Conductual (DBT). Estas metodologías no solo son ampliamente estudiadas, sino que cuentan con comunidades activas de profesionales dispuestos a compartir conocimientos.

Elegí un enfoque pero recordá que no estás atado a él. Tu práctica evolucionará y, con el tiempo, desarrollarás un estilo auténtico que integre lo mejor de cada teoría.

  1. La importancia de una base sólida

Aunque el eclecticismo es una realidad para muchos terapeutas, construir una base sólida en un modelo teórico específico tiene sus beneficios. Este enfoque inicial te permite profundizar en un marco, comprenderlo completamente y luego expandir tu conocimiento hacia otras áreas. Como decía Richard Feynman, para dominar algo, hay que ser capaz de explicarlo de manera sencilla. Esta claridad solo se logra al estudiar un enfoque a fondo.

Tu formación actual es solo el inicio; la mayoría de los aprendizajes significativos ocurren después de graduarte, cuando aplicas tus conocimientos en la práctica y continúas desarrollándote profesionalmente.

  1. Nada está grabado en piedra

Es importante recordar que elegir un enfoque de posgrado no define tu carrera. Tu práctica se transformará con el tiempo y podrás obtener certificaciones adicionales en diferentes metodologías una vez que estés en el campo profesional.

En este punto de tu formación, preguntate: ¿Qué te apasiona aprender? ¿Qué tipo de terapeuta querés ser? Perseguí tus intereses actuales y permitite crecer y evolucionar sin presión.

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