Sean Grover, psicoterapeuta especialista en crianza, define a la adolescencia como un campo minado de maduración biológica, emocional y psicológica: el Triángulo de las Bermudas de las etapas de desarrollo.
Después de muchos años de brindar talleres para padres, encontró que la clave para influir en el comportamiento de los niños y adolescentes radica en no tratar de controlarlos o manipularlos.
Grover dice: «En lugar de tratar de controlarlo o castigarlo, dale a tu hijo algo mejor en lo que concentrarse, una tarea que amplíe su sentido de sí mismo. Descubrirás que los comportamientos problemáticos de tu hijo disminuyen cuando se satisfacen sus necesidades.»
Te dejamos algunos consejos que él brinda para llevar adelante con los adolescentes.
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Descargas de tensión
Los estudios han demostrado que 30 minutos de ejercicio físico, tres o más veces por semana, reducen los síntomas de ansiedad y depresión hasta en un 70%. Los adolescentes piensan con más claridad, son más conscientes y duermen mejor después de los entrenamientos porque descargan la tensión almacenada en sus cuerpos.
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Actividades que fomenten la estima
Cada adolescente debe tener entre tres y cinco fuentes que contribuyan a la autoestima. Es crucial ayudar a su hijo a explorar y desarrollar sus talentos, habilidades y pasiones. Si tiene una sola fuente de autoestima, está menos protegido contra las tribulaciones de la vida.
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Estructura, límites y fronteras
Los adolescentes precisan estructura, límites y fronteras, aunque se rebelen contra ellos. Estas barreras calman la ansiedad y les ayudan a sentirse seguros. Cuando los adolescentes saben qué esperar y qué se requiere de ellos, se sienten reconfortados. Cuando la estructura, los límites y las fronteras se desmoronan, los comportamientos problemáticos florecen.
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Maestros, modelos y mentores
Nada es más poderoso que brindarle a tu hijo una relación positiva con un adulto que lo inspire y lo motive. Un maestro que anima, un entrenador, una tía, un tío o un amigo de la familia que cree en él. Los niños internalizan la confianza de un adulto en ellos; se sienten tranquilos y esperanzados consigo mismos.
