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Es un problema que se caracteriza por la dificultad para prestar atención y, en algunos casos, para controlar la conducta. Por lo general empieza a notarse antes de los siete años de edad.

Principales características

Distracción: tienen más dificultades que sus compañeros para prestar atención. En una prueba de matemática, por ejemplo, pueden distraerse con los ruidos de los autos que pasan, con voces de la clase de al lado, con un pajarito en la ventana o con sus propios pensamientos. También es común que pierdan sus útiles, libros y ropa.

Dificultad para controlar la conducta: muchos chicos con ADHD tienen dificultades para pensar antes de actuar. Pueden gritar una respuesta en clase sin levantar la mano, empezar un examen antes de que se hayan terminado de dar las instrucciones o andar en bicicleta en el living de la casa. Esto hace que parezcan desobedientes cuando no lo son.

Dificultad para quedarse quietos: les resulta muy difícil permanecer sentados, necesitan pararse, moverse o hamacarse en la silla. Generalmente se los describe como “hiperactivos”. Sin embargo, hay que destacar, que algunos chicos con ADHD no cumplen con esta característica.

Rendimiento variable: Son impredecibles. Algunos días andan muy bien, y otros días todo lo contrario. Esto desconcierta y se los suele considerar “chicos capaces pero vagos”.

Cualquier chico puede presentar alguna de estas características y esto no quiere decir que sea ADHD. Lo que diferencia a los que tienen este problema, es el mayor grado y frecuencia con que se manifiestan las dificultades. Los únicos que pueden determinar el diagnóstico son profesionales expertos en el tema.

Por lo tanto, no todos los chicos que cumplen con estas características tienen Déficit de Atención / Hiperactividad.

¿Cuáles son las causas?

Factores biológicos: una de las teorías más aceptadas hoy en día es la que considera a los factores biológicos como causa del problema. Lo que se transmitiría genéticamente es la tendencia al déficit de ciertas sustancias químicas del cerebro. Es importante resaltar que estos factores no afectan la inteligencia.

Factores ambientales: se ha demostrado que el contexto del chico (lo que ocurre en casa y en el colegio) contribuye a aumentar o disminuir los síntomas. Una casa organizada, con horarios fijos para las actividades y comidas por ejemplo, los ayuda a concentrarse en sus tareas y a portarse mejor. Un medio impredecible y desorganizado, en cambio, aumenta sus dificultades.

¿Cómo se hace el diagnóstico?

Profesionales expertos entrevistarán a los padres, evaluarán al chico y analizarán los cuestionarios completados por los padres y maestros. Una vez recabada toda la información necesaria se podrá decidir sobre el diagnóstico y el tratamiento indicado.

¿Cómo se trata este problema?

Los programas de tratamiento más utilizados incluyen:

Orientación y entrenamiento para padres (individual o grupal): Los padres reciben información sobre el problema de su hijo y desarrollan técnicas específicas para manejarlo mejor. Aprenden cómo ponerle límites y cómo incentivarlo para que cambie sus conductas, por ejemplo.

Orientación a la escuela: es bueno que los maestros también tengan conocimientos sobre ADHD y aprendan a usar ciertas técnicas en el aula que han demostrado ser muy útiles. Es importante, además, integrar lo que se hace en casa y en la escuela para que el tratamiento sea más coherente. Si en casa se empieza a trabajar incentivando al chico para que se sienta más seguro de sí mismo, por ejemplo, y en la escuela lo único que recibe son señalamientos por sus conductas inapropiadas, es muy probable que el chico vuelva de la escuela desganado, frustrado y/o enojado.

Medicación: En algunos casos se incluye medicación como parte del programa de tratamiento. Está comprobado que la medicación ayuda a muchos chicos con ADHD a que puedan prestar atención, concentrarse y organizarse mejor. También los ayuda a tener mayor control sobre sus conductas.

Apéndice

Educar a un hijo con ADHD requiere paciencia y energía.

Algunos consejos:

–      Incentive el buen comportamiento con palabras y premios. Detecte las acciones positivas de su hijo y aliéntelo, aunque sean conductas esperables para la mayoría de las personas. Si una noche usted ve que su hijo se está lavando los dientes sin que se lo haya tenido que pedir cientos de veces, no deje pasar esta ocasión para felicitarlo, por ejemplo.

–      Desaliente comportamientos inapropiados. Actúe inmediatamente. Sea claro y firme al poner la penitencia. Si su hijo se porta mal en la mesa, primero adviértale que deje de hacerlo, si no obedece a los diez segundos, envíelo a su cuarto siendo muy preciso al explicarle cuánto tiempo deberá quedarse ahí y qué pasará si no cumple con la penitencia.

–      Separe al niño de su conducta. Aunque la conducta sea inaceptable, deje en claro que usted lo acepta y lo quiere. Si trae bajas notas del colegio, no lo critique en su persona, hable con él sobre la conducta problema y las maneras de cambiarla.

–      Sea consistente en sus expectativas. Si no quiere que su hijo interrumpa, por ejemplo, no lo permita en algunas ocasiones y se enoje en otras.

–      Mantenga la calma. Si usted puede mantener el control sobre lo que dice y hace, ayudará a que su hijo también pueda hacerlo. Recuerde que los chicos imitan muy bien a los grandes.

–      Simplifique. Siga rutinas diarias. Tenga horarios claros para las comidas, las tareas escolares, el baño, ir a dormir, etc. y sea estricto para que se cumplan. Otra manera de simplificar es limitando las posibilidades de elección de su hijo. En lugar de preguntarle “¿a qué querés jugar?”, ofrézcale dos opciones y que él elija una, por ejemplo.

–      Refuerce la relación con su hijo. Tómese 15 minutos todos los días para hacer alguna actividad que le guste a su hijo. Deje que él la elija, y no le haga ninguna corrección ni señalamiento sobre cómo hacer las cosas durante ese lapso (usando el sentido común como límite del permiso, por supuesto).

–      Trabaje en equipo con la escuela poniéndose de acuerdo sobre cómo responder a sus problemas de conducta, cómo supervisarlo en sus tareas escolares y cómo verificar si mejoró o no. Una manera de hacerlo es fijando algunas metas que se espera que cumpla, que sea más prolijo en sus cuadernos por ejemplo, y decidiendo en conjunto cuáles serán las consecuencias cuando obtiene logros y cuando no.

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