fbpx

Por: Lic. Hugo Hirsch

Había una vez un hombre que daba una palmada cada diez segundos. Alguien le preguntó por el motivo de tan extraño proceder. El respondió: “Para espantar a los elefantes”. “¿Elefantes? Pero si aquí no hay ninguno”. La réplica fue: “¿Vio usted que efectivo?”

Hemos tomado este ejemplo porque permite formularnos varias preguntas importantes en relación al miedo:

1)      Eludir el miedo ¿ayuda a aliviarlo?

2)     ¿Se puede razonar frente al miedo?

3)     ¿Por qué se dan situaciones en las que, cuanto más tratamos de vencerlo, más permanece?

El miedo es una emoción angustiosa que surge cuando algún peligro o daño amenaza en la realidad o en la fantasía; sirve para mostrar su inminencia e inducir una acción defensiva. En este artículo hablaremos de ciertos miedos cotidianos o comunes a la mayoría de la gente, y de los comportamientos, también comunes, frente a ellos.

Una de las defensas más comunes es la evitación, considerada -con frecuencia erróneamente- como una conducta racional. El individuo tiene miedo a afrontar un examen, o a hablar en público (en realidad tiene miedo al presunto fracaso) y por ende evita la situación.

Si la evitación es temporaria, puede servirle para prepararse mejor. Si se convierte en un dejar siempre para más adelante, ocurrirá como con la técnica para elefantes: simplemente mantendrá el problema, que no es el del fracaso, sino el del miedo en sí.

¿Usted cree que el actor que está por salir a escena no tiene miedo?. Ya está ahí. Debe salir. No puede escapar. Pero también debe contar con que tiene miedo y avanzar, pese a él.

Es lógico que el actor tenga miedo antes de salir a escena, y también es lógico tener miedo a los exámenes, o a hablar en público. Si evitar la situación no sirve habrá que considerarlo como una variable más y anticipar qué se hará con ella. ¿Huiré o ya sé que tendré miedo y estoy preparado, esperando que venga, para poder hacer algo al respecto?

Otra forma de manejar los miedos es olvidarlos, negando la existencia del peligro.

Así actúan los boxeadores novatos cuando, al abalanzarse sobre el adversario, cierran los ojos: quieren suprimir la existencia de los puños de éste, se niegan a percibirlos, y con ello suprimen simbólicamente su eficacia.

Todos nosotros manejamos a veces nuestros miedos abalanzándonos sobre las situaciones peligrosas: en algunos casos esta técnica nos ayuda a resolverlas, pero con frecuencia bastante mayor es probable que paguemos con unos cuantos golpes dolorosos el haber cedido a la tentación de cerrar los ojos y hacer de cuenta que los puños no estaban ahí.

Las dos formas de reacción que hemos descrito tienen en común la pretensión de no padecer el miedo, de que éste no aparezca o no exista.

En general las personas temerosas son también ambiciosas y perfeccionistas. Tanto que nos piden un imposible: “¡No quiero tener miedo! ¿Vio que hay gente que habla y no le tiemblan las manos? Son seguros de sí, yo quisiera ser como ellos!”.

El miedo no es una enfermedad, por tanto no se “cura”. Es útil cuando funciona para mantenernos en estado de alerta, como por ejemplo, el miedo a los ladrones, que lleva a extremar cuidados, 0 el miedo a los accidentes, a enfermarse, o “a que pase algo”. Es un miedo que nos hace ser más cuidadosos, estar más atentos y, en consecuencia, nos permite prevenir situaciones de riesgo mayor.

Generalmente se convierte en un problema si en el esfuerzo por evitar sentirlo no llegamos a examinar algunas fantasías que van más allá del peligro real (por ejemplo, qué pienso que va a ocurrir si fracaso en los exámenes, si tartamudeo en público, o si me desmayo en la calle).

Así comienza el miedo al miedo. Por temor a meterse en las fantasías y explorarlas, a ver qué tienen de real, el miedo se afianza cada vez más. ¡Por siniestras que parezcan, sólo son fantasías!

“Cada vez que quiero hacer o decir algo, tengo miedo, y cuanto más lo pienso, ¡más miedo tengo!” (y por ende trata de evitarlo no enfrentándolo o evitando reconocerlo).

Se puede aprender a controlar el miedo, empezando por aceptar convivir con él en ciertas situaciones. Así podrá examinarlo con el cuidado suficiente para separar la fantasía de la realidad, y encontrar un modo de manejar la primera.

Este artículo pretende darle algunas ideas sobre el miedo, pero de ninguna manera quiere razonar con usted acerca de él. El miedo es irracional; sólo el que lo siente sabe de qué se trata.

Así que si usted vive con un miedoso, no se esfuerce por invitarlo a abandonar su temor. Nada asusta más que cuando nos dicen “no tengas miedo, ¡no pasa nada!”. Deje al miedoso que descubra por sí mismo qué pasa. O envíele este artículo…

Para terminar, una broma ahuyenta miedos: si usted no se ha sentido identificado con los miedos descriptos aquí, es porque los tiene mayores. No tema entonces … hacer una consulta psicológica.

¿O es eso, justamente, lo que le da más miedo?

Previous Next
Close
Test Caption
Test Description goes like this