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Por: Lic. Cristina Elías

¿Cómo influyen las redes sociales en las relaciones de pareja? ¿Cómo afecta a las personas celosas la existencia de sitios accesibles a la búsqueda de información sensible sobre su pareja? ¿Son necesarios nuevos acuerdos a partir de la posibilidad cada vez más masiva de exponer la vida privada o parte de ella en la inmensidad de la web?

Javier está preocupado por ciertas actitudes de su novia Florencia. Desde que se conocen hace 3 años, acordaron que cada uno se reuniría con sus amigos personales una vez a la semana. Desde hace unos meses Florencia está distante, ya no le cuenta a Javier a dónde fue con sus amigas, y cuando él trata de hablar del tema se molesta.

Después de algunas dudas, Javier decide ingresar al perfil de su novia en Facebook y descubre que aparece como amigo un ex novio de Florencia.

Podemos preguntarnos aquí qué pasaba antes de la existencia de las redes, los celulares con su posibilidad de los mensajes de texto, los mails y cualquier otro tipo de mensajería instantánea. Desde ya que quien quiere obtener información de forma indirecta para confirmar una sospecha o descartarla, tiene otros métodos a su alcance. Pero ninguno tan accesible y económico como los actuales.

Para una pareja construida sobre la base de la mutua confianza y el diálogo sincero sería difícil que ocurriera lo que pasó con Javier y Florencia. Sin embargo los cambios producidos en las relaciones a partir de la explosión de las redes sociales han modificado los paradigmas referidos a la intimidad y la privacidad.

Sigamos con el ejemplo anterior:

El paso siguiente que da Javier es ingresar al contenido del muro y así descubrir los intercambios de Florencia con sus amigas y con el ex novio. Javier tiene dudas, ¿está bien enterarse de aspectos de la vida de su novia cuando él no ha sido invitado como amigo? Pero los celos lo atormentan, no puede evitar mirar las fotos, no sabía que había estado en esa fiesta. ¿Y quién es esa amiga que él nunca oyó nombrar? ¿Y de qué hablan con el ex?

Unos años atrás, ante la misma situación, ¿qué hubiera hecho Javier? Podría haberla seguido, tratar de escuchar una conversación telefónica, preguntarle a alguna amiga.

¿Qué cambió? Desde ya que el problema sigue siendo el mismo: una relación posiblemente en crisis, dificultades para enfrentarla en forma directa, aparición de celos o aumento de los mismos si estaban desde antes. Sin embargo, lo que hubiera llevado más tiempo o más dificultades, ahora resulta un trámite casi instantáneo y con abundancia de información que se podría considerar irrelevante pero, para el caso del angustiado Javier, tan determinante como para definir el futuro de la relación.

A María Esther no le interesa demasiado la tecnología, sólo usa el mail y bastante poco, menos le gusta Facebook, no entiende cómo se puede pasar tanto tiempo escribiendo “pavadas” como le cuentan sus amigas. Hace 18 años que está casada con Juan. Nunca hubo celos ni desconfianza entre ellos. A él le apasiona todo lo que tiene que ver con Internet. Tiene perfil en Facebook, sus amigos son los mismos de toda la vida, María Esther los conoce. Pero después de un viaje de trabajo se agregan nuevos. Juan no piensa que es necesario avisarle a su esposa que ahora tiene nuevos “amigos”, para él es intrascendente. Pero una amiga de María Esther que también es amiga en Facebook de Juan le comenta que vio unas fotos, le pregunta quién es esa mujer que “etiquetó” a su marido en un álbum de viaje…

Las parejas deciden cuánto de sus vidas personales quieren compartir: ¿todo, una parte, muy poco? Desde la aparición de la realidad virtual es casi imposible sustraerla a las reglas de la convivencia. En el caso de los jóvenes está incorporada a sus vidas, es natural y cotidiana, todos hablan el mismo idioma. De todos modos la decisión de cuánto y cómo compartir información e intercambio virtual con sus parejas puede ser necesaria si quieren evitar suspicacias o malos entendidos.

María Esther está confundida, con su marido nunca tuvieron secretos, o eso pensaba. Además las cuestiones entre ellos siempre quedaban entre ellos, pocas veces le contaba a sus amigas cuestiones que consideraba íntimas. Pero ahora… sus amigas se enteran dónde estuvo su marido y con quién. ¡Y cuántas otras personas más que podrían conocerlos! Se pregunta si debería abrir su perfil para compartir toda la información que circula según le cuentan sus amigas, pero le parece tan alejado de su forma de vida que desecha la idea rápidamente. Pero aún tiene una conversación pendiente con su marido, se pregunta cuál será la mejor forma de encararla.

En una época de información al instante, con posibilidad de hacer público lo que antes era privado (ya sea fotos, comentarios, gustos, intereses), ¿es factible mantener un espacio personal que no incluya a la pareja pero que al mismo tiempo sea accesible a otras personas?

Las parejas definen por acción u omisión cuáles van a ser sus espacios personales preservados dentro de la relación y cuáles los incluyen a ambos en una fórmula que se podría enunciar como “entre nosotros no hay secretos”. En el primer caso, salidas con amigos “reales”, intercambios con amigos “virtuales”, claves de acceso personales, son parte del contrato, y cualquier intento de transgresión de la otra parte puede considerarse una ruptura del mismo (Javier y Florencia).

En el segundo caso, las conductas tendientes a ocultar o negar información también podrían considerarse de la misma forma (María Esther y Juan).

¿Es necesario cambiar esos contratos? ¿O adaptarlos a las nuevas realidades?

Algunas parejas acuerdan explícitamente no incluirse en los contactos de las múltiples opciones de Internet y mantienen su espacio privado de la misma forma que mantienen sus amigos y salidas anteriores a la relación.

Otras deciden compartir todo y esto incluye también las redes sociales.

En cualquier caso, si cuando iniciaron la relación nada de esto existía quizás sea el momento de revisar el contrato a través de un diálogo franco, o rearmarlo si alguno no se siente cómodo por quedarse afuera.

Para seguir leyendo:

MORENO, Jorge Daniel: 13 consejos para fracasar en pareja. Editorial Norma

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