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En el abordaje terapéutico de las parejas, una de las propuestas más sólidas y efectivas es la Terapia Estratégica de Parejas, un enfoque que se basa en comprender cómo se mantiene el problema dentro del sistema vincular, más que en buscar culpables o revivir interminablemente el pasado.

¿Por qué «estratégica»?

Porque se enfoca en diseñar intervenciones concretas y orientadas al cambio, desde una mirada práctica y contextual. Su objetivo no es solo entender qué está mal, sino intervenir con precisión para desbloquear los patrones que sostienen el malestar.

Fundamentos teóricos: del sistema al vínculo

Este modelo tiene sus raíces en la Teoría General de los Sistemas, la Cibernética, el Constructivismo y el Construccionismo Social. Desde esta perspectiva, la pareja se concibe como un sistema dinámico donde:

  • El foco está en las interacciones más que en los individuos.
  • La conducta de cada miembro es vista como forma de comunicación.
  • Los problemas no se analizan como fallas personales, sino como circuitos de retroalimentación negativa que se perpetúan si no se interrumpen.

Cambio 1 vs. Cambio 2: una clave del modelo

Uno de los aportes más interesantes de la Terapia Estratégica es la distinción entre dos tipos de cambio:

  • Cambio 1: hacer más de lo mismo. Por ejemplo, discutir cada vez más fuerte esperando un resultado distinto.
  • Cambio 2: modificar la manera de intentar resolver el problema. Es el «cambio del cambio», el punto de inflexión real.

Principios básicos en la práctica terapéutica

El modelo estratégico propone una secuencia de trabajo clara que guía la intervención:

  1. Manejo de la Queja Inicial

Escuchar sin juzgar, entender cómo llega la pareja y crear una alianza desde el comienzo.

  1. Descubrir el “¿Por qué ahora?”

Identificar el disparador que motivó la consulta es clave para comprender la urgencia emocional.

  1. Entender el “Qué” y el “Cómo” del vínculo actual

No basta con saber qué pasó, sino cómo interactúan hoy, en qué secuencia, con qué patrones.

  1. Construir un problema trabajable

La queja no siempre es el problema. El terapeuta ayuda a co-construir una definición clara, concreta y compartida del motivo de consulta.

  1. Diagnóstico Circular

Identificar el circuito interactivo que mantiene el problema: quién hace qué, cómo responde el otro y cómo eso alimenta el conflicto.

  1. Establecer metas específicas

Las metas deben ser observables, medibles y alcanzables. Esto permite saber cuándo se está progresando.

  1. Diseñar intervenciones estratégicas

El objetivo: bloquear el circuito, interrumpir el patrón disfuncional, abrir posibilidades nuevas en el vínculo.

Ejemplos de circuitos comunes

  • Él se siente rechazado → la critica → ella se enoja → él se siente más rechazado…
  • Ella quiere hablar del pasado (infidelidad) → él evita el tema → ella insiste → él se cierra → ella explota…
  • Problemas financieros ocultos → enojo → promesa de cambio → repetición del ocultamiento…

Estos ejemplos ilustran cómo los problemas no nacen de una sola acción, sino de interacciones recursivas.

Lo que NO es un motivo de consulta

Aunque parezca paradójico, decir “tenemos problemas de comunicación” o “peleamos mucho” no es un motivo terapéutico en sí. El terapeuta debe ayudar a definir con precisión qué tipo de comunicación, sobre qué temas, en qué momentos, con qué consecuencias.

Conclusión: claridad, estrategia y vínculo

La Terapia Estratégica de Parejas nos enseña que los problemas se construyen… y también pueden reconstruirse para ser solucionados. El verdadero cambio comienza cuando dejamos de hacer más de lo mismo y empezamos a ver nuestras interacciones con otros ojos.

En tiempos donde los vínculos atraviesan crisis, contar con un modelo que combine teoría sólida y práctica efectiva es fundamental. Porque no se trata de buscar culpables, sino de construir nuevas posibilidades.

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