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La salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad mayor que en cualquier otro periodo de la vida. Según la OMS aproximadamente un 20% de los adultos mayores sufren algún tipo de trastorno mental o neural.

Tal como se menciona en el video, llega un momento en que nuestros padres o familiares cercanos necesitan de nuestra ayuda. Se reduce su autonomía y, algunas veces, pierden la capacidad de vivir independientemente por dificultades de movilidad, dolor crónico, fragilidad u otros problemas mentales o físicos, de modo que necesitan asistencia a largo plazo.

Es muy importante estar atentos al bienestar emocional y al estado mental de nuestros seres queridos. La salud mental afecta la salud física, y a la inversa. A modo de ejemplo, personas con enfermedades como las cardiopatías presentan tasas más elevadas de depresión que quienes no las padecen. Por otro lado, una depresión no tratada junto con una cardiopatía en una persona mayor puede empeorar el estado físico.

Resumiendo lo que se sugiere en el video, podemos ayudarlos valorando sus habilidades, estableciendo prioridades, distribuyendo las tareas en diferentes personas y buscando la mejor manera de influirlos.  

Sin embargo, frecuentemente tenemos dudas sobre cuáles conductas son esperables para esta etapa de la vida y cuáles no. A continuación citamos algunas manifestaciones que sirven como pautas de alarma y que ameritan hacer una consulta con un especialista.

 Pautas de alarma generales

  1. Cambios de carácter o desinhibición. Por ejemplo, uso de lenguaje procaz en personas normalmente recatadas, insinuaciones o acciones sexuales  inapropiadas, pérdida de la vergüenza normal (andar semi desnudo frente a personas con las cuales no lo hubiera hecho antes), agresividad (estallidos de irritación, gritos, insultos ante desencadenantes mínimos).
  1. Pérdida de la iniciativa. Se puede manifestar como apatía, la persona no manifiesta repercusión emocional por nada y nada parece importarle. Puede percibirse pérdida del impulso o interés para acciones que antes le interesaba, o disminución marcada de las actividades que suele realizar que no pueda atribuirse a otras restricciones como por ejemplo físicas.
  1. Desconfianza patológica. Por ejemplo, acusaciones de hurtos de cosas que en realidad olvidan donde las dejaron: ideas de que personas o animales ingresaron a sus hogares mientras dormían y tocaron o sacaron cosas; celos obsesivos hacia pareja por cosas que dicen que suceden o sucedieron en el pasado y temores irracionales a cosas que antes no temían.
  1. Desorientación y preocupaciones exageradas. Por ejemplo, no saber dónde se encuentra aunque sea momentáneamente o equivocar el pasado con el presente: dudas exageradas para  la toma de decisiones simples (por ejemplo, con qué ropa vestir) que antes se hacían con soltura. Otra manifestación pueden ser dificultades de concentración para tareas que antes eran habituales como leer el diario o mirar la televisión. Tener en cuenta que muchas personas cuando pierden la concentración no lo expresan como una falla mental sino como un desinterés “la televisión dice siempre lo mismo, para lo que hay que escuchar no vale la pena prender la radio” y la realidad es que no pueden leer y ni comprender una película completa o seguir un programa de radio.  
  1. Cambios en el sueño. Puede ser insomnio o alteraciones del ritmo del sueño.
  1. Cambios en la alimentación. El mal manejo de la ingesta de líquidos, en general se debe a que detectan mal la sensación de la sed y toman menos de lo necesario para estar saludables, también nos debe llamar la atención la malnutrición, aunque se puede atribuir a una diversidad de motivos.

Indicios de depresión

  • Aparición diaria de llanto, tristeza ,ideas pesimistas que duran más de dos semanas y no forman parte de lo habitual para esa persona.
  • Cambios en el modo de hablar de sí mismo que denotan sentimientos de inutilidad “ ya no sirvo para nada, soy una carga…”  o culpa inapropiada “hice todo mal en la vida” o culparse de cosas que salen mal en forma irracional.
  • Pensamientos en que se desea la propia muerte que van desde “ojalá me pase algo” a ideas suicidas.
  • Pérdida de interés en las cosas que solían ser agradables.

Indicios de problemas cognitivos

  • Pérdida de memoria, especialmente de hechos recientes.
  • Problemas para manejar las finanzas o trabajar con números.
  • Expresar que no saben hacer cosas que  antes sabían hacer, por ejemplo, pueden recordar cómo es una receta de cocina, pero no pueden llevarla adelante porque no pueden planificar la sucesión de pasos y se pierden.

El diagnóstico y tratamiento oportunos de las dificultades cognitivas y emocionales de los adultos mayores revisten una importancia decisiva. Si bien es probable que algunas de las enfermedades que se detecten no tengan cura, con una consulta profesional oportuna se puede hacer mucho para mejorar la vida de las personas que la padecen y de sus familias.

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