Un estudio reciente en Dinamarca ha revelado una sorprendente conexión entre las mudanzas frecuentes en la infancia y un mayor riesgo de depresión en la adultez. Los investigadores analizaron a más de un millón de personas nacidas entre 1982 y 2003, y descubrieron que aquellos que se mudaron varias veces entre los 10 y 15 años tienen un 61% más de probabilidades de sufrir depresión en la edad adulta, en comparación con aquellos que no se mudaron.
Este hallazgo es significativo porque sugiere que el impacto de las mudanzas frecuentes en la salud mental puede ser incluso más perjudicial que crecer en un barrio pobre. Según el Dr. Clive Sabel, profesor de la Universidad de Plymouth y autor principal del estudio, permanecer en una comunidad estable, independientemente de su nivel de ingresos, ofrece una protección significativa para la salud mental.
El estudio no investigó directamente las causas detrás de esta relación, pero el Dr. Sabel especula que las mudanzas pueden interrumpir las redes sociales de los niños, como sus grupos de amigos, equipos deportivos y comunidades religiosas, lo que denomina «capital social». Esta interrupción, especialmente en edades vulnerables como la adolescencia, podría obligar a los niños a «recalibrar» su vida social y emocional, lo que podría tener efectos duraderos.
Otra observación interesante del estudio fue que mudarse a un barrio más rico no mitigó el riesgo de depresión; de hecho, aquellos que se mudaron de un barrio pobre a uno rico todavía enfrentaron un mayor riesgo en comparación con quienes no se mudaron. Esto sugiere que el arraigo en una comunidad estable es un factor crucial para el bienestar emocional, más allá de las condiciones económicas del entorno.
Los resultados del estudio también subrayan la importancia de evitar cambios frecuentes en la vida de los niños, especialmente aquellos en cuidado estatal o en hogares de acogida. La estabilidad en la infancia, particularmente en los primeros años, es esencial para un desarrollo saludable. Aunque es difícil para los padres evitar todas las mudanzas, es fundamental considerar el impacto potencial de estos cambios en los niños.
Este estudio danés plantea preguntas sobre cómo estos hallazgos se aplican en otros contextos, como en los Estados Unidos, donde la movilidad geográfica es alta. Las diferencias en la calidad de la educación y las comunidades pueden agravar los efectos negativos de las mudanzas en los niños estadounidenses, según el Dr. Shigehiro Oishi, profesor de psicología en la Universidad de Chicago.
El Dr. Oishi, que ha investigado los efectos a largo plazo de las mudanzas en la infancia, sugiere que los padres de niños introvertidos deberían ser especialmente conscientes de los riesgos asociados con las mudanzas frecuentes. En su propio estudio, encontró que los introvertidos que se mudaron frecuentemente reportaron menor bienestar y satisfacción en la vida, y un mayor riesgo de mortalidad.
Este estudio destaca la necesidad de investigar más a fondo los efectos de la movilidad residencial en la salud mental de los niños y subraya la importancia de la estabilidad en la infancia para un desarrollo emocional saludable.