Una trampa común en la clínica: querer más el cambio que el propio consultante
En muchas entrevistas clínicas, especialmente cuando el motivo de consulta involucra conductas autodestructivas o riesgosas, los terapeutas nos vemos tentados a adoptar una actitud decididamente “pro cambio”. Es decir, buscamos convencer, argumentar o motivar activamente a la persona a modificar su comportamiento. Sin embargo, la experiencia y la evidencia muestran que cuanto más insistimos, más probable es que el consultante refuerce sus propios argumentos para no cambiar.
La Entrevista Motivacional nos advierte sobre esta trampa del rol reparador, también llamada por Miller “la trampa del experto”: cuando el profesional se posiciona como quien sabe lo que hay que hacer, y toma una postura activa en favor del cambio. El resultado habitual es la aparición de resistencia, desinterés o incluso un abandono temprano del proceso terapéutico.
¿Por qué insistir genera resistencia?
Porque activa una dinámica de lucha. Cuando el terapeuta adopta una postura muy activa a favor del cambio, el consultante siente que debe defender su derecho a no cambiar. Así, se invierte la lógica: el profesional sostiene el cambio, y el consultante refuerza su permanencia en el statu quo.
Esta dinámica tiene un efecto paradójico: los argumentos a favor del cambio salen de la boca del terapeuta, y los argumentos en contra, de la boca del consultante. Y en psicoterapia, las palabras que más influyen en la conducta futura son las que la persona se dice a sí misma.
Soltar la urgencia, recuperar la escucha
La Entrevista Motivacional propone intervenir desde un estilo conversacional centrado en la colaboración. En lugar de persuadir, el foco está en evocar: ayudar al consultante a que él mismo explore y exprese sus motivaciones, deseos y razones para cambiar (si las hay).
Algunas claves para no caer en la postura “pro cambio”:
- Escuchá más de lo que hablás. El protagonismo del proceso debe estar del lado del consultante.
- Dejá espacio para la ambivalencia. No es necesario que el consultante decida en ese momento; explorar el conflicto interno es parte del proceso.
- Hacé preguntas abiertas. En lugar de afirmar, preguntá: “¿Qué pensás que necesitaría cambiar?”, “¿Qué aspectos te generan dudas?”, “¿Cómo ves tu situación en un año si todo sigue igual?”.
- Reflejá en lugar de confrontar. Cuando la persona expresa una razón para no cambiar, no la discutas: devolvé su contenido con neutralidad y apertura.
- Aceptá la autonomía. Incluso si el cambio parece urgente o necesario, el derecho a decidir siempre pertenece a la persona.
Una actitud terapéutica basada en la confianza
Este enfoque requiere tolerancia a la incertidumbre y confianza en el proceso. Muchas veces, al reducir la presión, la persona empieza a considerar otras opciones. En lugar de aumentar la tensión, la Entrevista Motivacional busca reducirla, generando un contexto donde el consultante puede abrirse al cambio sin sentir que lo están forzando.
La postura del terapeuta es humilde y respetuosa. No niega la importancia del cambio, pero se abstiene de imponerlo. Se trata de crear un espacio donde el consultante pueda descubrir sus propios motivos, y donde el profesional pueda acompañar ese descubrimiento sin apresurarlo ni dirigirlo.