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La entrevista motivacional no solo propone una actitud terapéutica basada en el respeto, la colaboración y la autonomía del consultante. También ofrece herramientas concretas para llevar esa actitud a la práctica. Entre ellas, el modelo OARS se presenta como una guía clara para estructurar las intervenciones del terapeuta en una conversación orientada al cambio.

Al mismo tiempo, la Entrevista Motivacional nos invita a evaluar y trabajar en tres dimensiones que influyen en la posibilidad de cambio: la importancia, la confianza y la disposición. Comprender en qué área se encuentra el obstáculo permite ajustar nuestras intervenciones con mayor precisión.

El modelo OARS: cuatro habilidades básicas de intervención

El acrónimo OARS refiere a cuatro estrategias que ayudan a construir un vínculo terapéutico sólido, fomentar la exploración y facilitar la aparición del discurso de cambio:

🔹 O – Preguntas abiertas

En lugar de preguntas cerradas que se responden con “sí” o “no”, las preguntas abiertas invitan a la reflexión, amplían el relato y permiten que el consultante exprese sus propias ideas.
Ejemplo: “¿Qué cosas te gustaría que fueran distintas en tu vida?”, “¿Cómo llegaste a tomar la decisión de venir a consulta?”.

🔹 A – Afirmaciones

Son comentarios que reconocen fortalezas, logros o esfuerzos del consultante. Ayudan a reforzar la autoeficacia y a construir una mirada positiva sobre sí mismo.
Ejemplo: “Me impresiona tu capacidad para seguir adelante a pesar de lo difícil que ha sido”, “Es importante que hayas pedido ayuda”.

🔹 R – Reflejos

El reflejo consiste en devolver el contenido emocional o cognitivo del discurso del consultante. Es la herramienta central de la escucha empática, y permite profundizar, clarificar y validar la experiencia del otro.
Ejemplo: “Por un lado querés dejar de fumar, pero sentís que es lo único que te calma en momentos de ansiedad”.

🔹 S – Resúmenes

Los resúmenes permiten organizar lo dicho, marcar transiciones y mostrar que el terapeuta está atento al proceso. También son útiles para resaltar aspectos positivos o reforzar el discurso de cambio.
Ejemplo: “Entonces hasta ahora me contaste que te sentís cansada de esta situación, que ya intentaste cambiar algunas veces y que te gustaría volver a sentirte en control, aunque todavía no sabés bien cómo”.

Las tres áreas del cambio

Miller y Rollnick señalan que para que una persona pueda cambiar, suelen requerirse tres condiciones:

  1. Importancia: ¿Le importa realmente cambiar? ¿Percibe el cambio como valioso o necesario?
  2. Confianza (autoeficacia): ¿Cree que puede hacerlo? ¿Se siente capaz?
  3. Preparación (disposición): ¿Está lista para empezar? ¿Está en condiciones de actuar?

Un error frecuente es intervenir sobre la acción cuando lo que falta es importancia o confianza. Por eso, evaluar en qué dimensión se encuentra el estancamiento es fundamental para intervenir de manera efectiva.

  • Si hay baja importancia, trabajaremos en explorar valores personales y consecuencias de seguir igual.
  • Si hay baja confianza, el foco será en recuperar experiencias previas, identificar recursos y establecer metas pequeñas.
  • Si hay baja preparación, quizá haya que trabajar en la ambivalencia, en los temores asociados al cambio o en los beneficios secundarios de la situación actual.
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