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Este es un artículo que hemos escrito para la «Guía Práctica del SIDA. Clínica, Diagnóstico y Tratamiento», 2a. Edición, Editorial Masson-Salvat Medicina.

Está basado en una experiencia llevada a cabo durante 2 años en el Hospital de Día (VIH), Servicio de Enfermedades Infecciosas, Hospital de Bellvitge, L’Hospítalet de Llobregat (Barcelona).

Fue una experiencia muy rica porque implicó el acercamiento a un tipo de problemática terriblemente difícil de abordar que, sin embargo, pudo obtener logros y avances significativos tanto para psicoterapeutas como para los pacientes.

El fin de este artículo es mostrar que un abordaje más humano es posible con pacientes que generalmente son sólo tratados como ENFERMOS.

En este sentido, el modelo de Terapia Breve permite un acercamiento al paciente desde el punto de vista de la salud y del problema individual y no desde la enfermedad, promoviendo una mejor calidad de vida.

Los individuos VIH positivos plantean ciertas problemáticas psicológicas que giran alrededor de los temas que desarrollamos a continuación.

 

La propia situación: ¿crónica de una muerte anunciada?

La propia muerte aparece como una firme posibilidad, si los mecanismos de negación no son demasiado marcados, pero a menudo se matiza con la esperanza de la “medicación milagrosa”. Como el tiempo de evolución puede aparecer como una incógnita, éste se estira a voluntad, perdiéndose así los límites reales. El estado del humor puede oscilar entre el depresivo melancólico (una muerte anticipada) a una posición hipo-maníaca (vivir al máximo lo que queda de vida, aprovechar el tiempo, matar a la muerte, etc.)

Según las características de la personalidad y su tendencia masoquista, pueden observarse sobreagregados autodestructivos: descuidos, promiscuidad, consumo de drogas y suicidios enmascarados como accidentes.

 

La Relación con la Pareja y/o Familia

Plantea situaciones diversas:

  1. La pareja puede haber muerto recientemente de SIDA. Además del sufrimiento por el duelo, este hecho puede ocultar la propia enfermedad. El paciente queda llorando al muerto sin poder enterarse de la propia posible muerte hasta que los síntomas se manifiestan y surge el terror de sufrir los pasos ya conocidos.
  2. La pareja no tiene anticuerpos. Aparecen ideas culposas de abandonar a la pareja, culpa que se potencia según la forma en que se contrajo la enfermedad. ¿Cómo y con quién quedará la pareja?
  3. La relación con la familia y los hijos. Qué decirles y como hacerlo a los padres, hermanos e hijos. Cómo acompañarán el curso de la enfermedad y su posición frente a este hecho a menudo considerado maldito, son los interrogantes que llegan a obsesionar y torturar a los pacientes. ¿Se merecen todo lo que han de pasar? ¿Qué precio han de pagar?

 

La Relación con el Exterior

Se plantean relaciones muy ambivalentes en este campo: se siente el terror de ser un portador de la muerte, unido a veces al deseo inconsciente de contagiar la enfermedad, de no ser el único (únete al club del SIDA… ), y la tendencia a aislarse totalmente (ya sea reprimiendo la sexualidad, no saliendo, alejándose de los amigos, etc.). Se teme el qué dirán, qué preguntarán.

Se siente como un antiguo leproso, pero sin la túnica y la campana.

El impacto que produce en el exterior genera un efecto que retroalimenta aún más la marginación y el rechazo.

En este punto, es de destacar el papel del personal sanitario. Este tiene que hacerse cargo de la enfermedad y su problemática, teniendo en cuenta el enorme monto de ansiedad se genera.

La pregunta es entonces ¿qué hacer ante la doble demanda que se manifiesta desde los pacientes, por la sobrecarga de angustia que les genera el ser portadores de HIV y los tres grandes temas que giran alrededor de ello?; y ¿qué hacer desde el personal sanitario, por la sobrecarga afectiva que produce el contacto con dichos pacientes y la necesidad de tener un espacio donde esta angustia se vuelque, canalice y elabore?

Una opción a desarrollar puede ser el trabajo a nivel psicoterapéutico, según el modelo grupal de terapia breve, con 8 a 10 integrantes previamente seleccionados y cuyo común denominador es el ser portadores del virus del SIDA.

El primer objetivo del grupo es crear un lugar donde se pueda trasmitir y compartir esta problemática y donde surgirán ciertos temas comunes que se relacionarán con las tres grandes líneas de la propia muerte, la familia y la pareja, y “el exterior”.

El segundo objetivo estará relacionado con el análisis de reacciones más personales que se desencadenan y/o agudizan al no tener anticuerpos.

El último de los objetivos surge espontáneamente de la tarea grupal y tiene que ver con el efecto que genera el ser escuchado, el sentirse en muchos momentos identificado, organizándose un espacio de contenci6n cuya matriz es el grupo, pero que se expande a las demás relaciones afectivas.

Como metodología sugerimos dos terapeutas dentro del grupo, uno de ellos con una tarea de mayor participación y animación, orientándose a un plano más concreto y manifiesto y con un mayor diálogo en los conflictos específicos y reales; el otro con una actitud de escucha más allá de lo manifiesto, atento al surgimiento de las angustias no verbalizadas, en el plano más interno de los sujetos.

Los temas en general son aportados espontáneamente por los integrantes, en libre asociación, concatenándose a veces con sesiones anteriores.

Sintetizando, sugerimos un espacio de elaboración y verbalización frente a un conflicto tan compleja.

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