fbpx

La supervisión es un espacio clave en la práctica de los profesionales de la salud mental. Allí se comparten hipótesis, se contrastan lecturas y se entrenan nuevas formas de comprender lo que ocurre en la clínica. Es un ámbito que combina formación, apoyo y reflexión. La inteligencia artificial (IA), en este contexto, aparece como un recurso capaz de ampliar la mirada y enriquecer el intercambio.

El aporte más interesante de la IA en supervisión es su capacidad para organizar y sintetizar información. Frente a un caso complejo, un sistema puede aportar datos de investigaciones recientes, señalar líneas de evidencia o poner en juego comparaciones con situaciones similares. Esto permite que el equipo o el terapeuta supervisado contrasten sus hipótesis con información más amplia de la que habitualmente circula en la discusión.

Ahora bien, este uso no está exento de desafíos. En primer lugar, es necesario recordar que la supervisión no se limita a acumular información: lo que la hace valiosa es la construcción compartida de significados. La IA puede actuar como catalizador, como herramienta que ayuda a ver más ángulos de un mismo problema, pero nunca reemplaza el diálogo humano ni la lectura clínica situada.

Otro punto a considerar es el riesgo de delegar en exceso. La riqueza de la supervisión radica en la capacidad de los profesionales de interrogarse, reconocer sus límites y dar lugar a nuevas perspectivas. Si la IA se convierte en voz de autoridad, ese proceso se empobrece. El desafío es integrarla como un apoyo crítico, no como reemplazo de la reflexión profesional.

La supervisión con IA, bien utilizada, puede abrir posibilidades. Permite expandir la mirada, enriquecer la discusión y favorecer un aprendizaje más profundo. Pero lo esencial sigue estando en el encuentro humano: la posibilidad de pensar juntos lo que ocurre en la clínica y sostener, desde allí, decisiones más sólidas y cuidadosas.

Previous Next
Close
Test Caption
Test Description goes like this